Por
Mauricio A. Jiménez
He titulado este artículo mediante la afirmación proposicional: «Bernabé, un apóstol a los gentiles» (nótese que no he empleado una afirmación predicativa), y no mediante una frase verbal en la forma de una interrogación —«¿Fue Bernabé un apóstol a los gentiles?»—, porque parto de la premisa de que su apostolado, antes de ser motivo de duda, se trata de una cosa afirmada en el texto bíblico. Pero es una cosa respecto de la cual debemos hacernos algunas preguntas muy precisas si queremos entender esta afirmación.
En concreto, encontramos este testimonio en
dos lugares del capítulo 14 del libro de los Hechos de los Apóstoles,
los mismos únicos lugares en donde Lucas también llama «apóstol» a Pablo. De
otro modo, Hechos 14 vv. 4 y 14, son las únicas ocasiones en que Lucas va a
llamar a Pablo por su oficio más conocido —apóstol—, las mismas únicas
ocasiones en donde Bernabé aparece aludido junto a Pablo bajo el mismo vocablo.
Cabe entonces preguntarse: ¿En qué sentido Bernabé y Pablo son apóstoles
(esto es, dentro de la propia narrativa de Lucas)?
Creo que ninguno de nosotros tiene mayores
inconvenientes con Lucas cuando dice de Pablo que es un apóstol, pues que tal
afirmación está totalmente dentro de lo que creemos y sabemos acerca de Pablo.
En realidad, nadie podría poner en duda que Pablo fue un apóstol. El problema
parece que lo tenemos cuando Lucas también coloca a Bernabé dentro del plural «apóstoles».
Inmediatamente nos preguntamos ¿qué quiso decir Lucas con eso? Pero la
respuesta, por ahora, es tan simple como esto: lo mismo que quiso decir cuando llamó
apóstol a Pablo. Y es que no podemos pensar que Lucas llamara apóstol a Pablo
significando algo distinto a lo que significó con respecto a Bernabé, porque
eso destruiría la unidad narrativa del relato. Los únicos dos lugares en
donde Lucas hace referencia al apostolado de Pablo, son exactamente los mismo
en donde también se alude al apostolado de Bernabé.
En un artículo de internet en el que se busca
responder a la siguiente pregunta: «¿Por
qué dice que los apóstoles eran exclusivamente doce, y que no hay más, cuando
en Hch. 14:14 la Biblia llama apóstol también a Bernabé?», el autor que
responde dice que el término traducido como «apóstol» en Hechos 14:14 (y al
parecer también en Hechos 14:4) no es el mismo que se emplea en Mateo 10:2 para
referirse a los apóstoles que escogió Jesús. El autor del artículo incluso
invita a sus lectores a que busquen en el Nuevo Testamento Interlineal
Griego-Español para que puedan «verificar esta verdad» (sus palabras)[1].
Obviamente esto es falso, y tal parece ser que el autor de este artículo sólo se
conforma con dar a entender a sus lectores que Bernabé no fue en realidad un
apóstol, sin mencionar en ningún momento —omitiendo en realidad— que en esos
mismos versículos también es aludido el apóstol Pablo. Pero para que no quede
duda de que lo que señala este mencionado artículo acerca de este vocablo no es
correcto, baste por ahora decir que el término griego empleado por Mateo en
10:2 es exactamente el mismo que emplea Lucas en Hechos 14:4 y 14. A decir
verdad, la única diferencia está en que en Mateo 10:2 el sustantivo apóstolos aparece en genitivo (ἀποστόλων), mientras que en
Hechos 14:4 y 14 está en dativo (ἀποστόλοις)
y en nominativo (ἀποστόλοι),
respectivamente. Pero esas diferencias sólo tienen que ver con el caso
gramatical, esto es, con la función del sustantivo dentro de la oración, y es
posible encontrar las mismas desinencias en otros textos referidos a los doce
apóstoles (p. ej. en Mr. 6:30;
Lc. 17:5; Hch. 1:2, entre otros más).
Pero, de regreso a Hechos 14, la información
que tenemos es la siguiente:
Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos
estaban con los judíos, y otros con los apóstoles.
(14:4)
Aquí se narra lo que sucedió en Iconio con
Pablo y Bernabé, estos son a quienes Lucas alude cuando habla de «los apóstoles».
Un poco más adelante, cuando parten de ahí a
Listra, les sucede que, tras la sanación de un cojo de nacimiento, los
habitantes de la ciudad, pensando que estos eran dioses locales, quisieron
ofrecer un sacrificio en honor a ellos. La reacción de Pablo y Bernabé, en
respuesta a este acto de parte de los de Listra, queda registrada por Lucas de
la siguiente manera: «Cuando lo oyeron
los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas…»
(14:14). Esta es la segunda y última vez que Lucas llamará «apóstoles» a
personas fuera del círculo de los doce.[2]
Para comprender qué quiso decir Lucas con
esto, sugiero que primero vayamos un poco más atrás, al capítulo 13, versos 1
al 3:
Había
entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé,
Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado
junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando,
dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he
llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los
despidieron.
Nótese
este particular detalle: dijo el Espíritu
Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Es
cierto que, tras la conversión de Pablo, Jesús ya había manifestado también su
propósito con respecto a él (Hch 9:15-16, cf.
22:21; 26:16-17); sin embargo, es recién en el capítulo 13, cuando ya había
pasado algún tiempo importante de ese primer encuentro con el Cristo resucitado,
que Dios habló por su Espíritu a los hermanos de la iglesia de Antioquía para
que apartaran a Pablo (y a Bernabé) para el trabajo al que le había llamado (a
él y a Bernabé). Hasta aquí, Lucas no hace una distinción mayor entre Bernabé y
Pablo, ambos son apartados estando en las mismas circunstancias locales, y
ambos aparecen como siendo comisionados por la misma iglesia de Antioquía; a
ambos se les impusieron las manos antes de ser enviados, encomendados así a la
gracia de Dios para la obra que habrían de realizar (cf. Hch 14:26), a fin
de que pudieran cumplir dignamente y con éxito el trabajo de anunciar la fe
entre los gentiles.[3]
Incluso si vamos un poco más atrás de este relato, Bernabé y Pablo aparecen
juntos enseñando en la iglesia de Antioquía (11:25), y ambos son enviados a
Judea a prestar auxilio a los hermanos (11:29-30). Cuando leemos el capítulo
11, desde los versículos 19 al 26, Bernabé parece tener más protagonismo que
Pablo —de hecho, es Bernabé quien va a Tarso a buscar a Pablo para traerle
consigo a Antioquía, para congregarse y enseñar allí con él. Y si vamos aún más
atrás, vemos que es Bernabé quien presentó defensa de su conversión (de Pablo) ante
los apóstoles en Jerusalén, en ese tiempo en que los discípulos temían
relacionarse con él porque dudaban de que fuera en verdad un creyente dado su historial
como perseguidor de los cristianos (9:26-27).
¿Qué más sabemos acerca de Bernabé?
Según Lucas, era un
levita originario de Chipre y su nombre era José (4:36). A este los apóstoles
pusieron por sobrenombre «Barnábas», una transliteración del arameo al griego,
y que traducido al griego es υἱὸς
παρακλήσεως, algo así como «hijo de profecía» o «hijo de
exhortación» (Bar: hijo; Nabas: profecía).[4]
Según 4:36-37, este Bernabé tenía una propiedad que vendió, y el dinero de la
venta lo trajo y lo puso a disposición de los apóstoles. Se le vuelve a
mencionar en Hechos 9:27; en 11:22-30; y de ahí en adelante siempre junto a
Pablo hasta el 15:39.
Lucas
lo describe como un «varón bueno, y
lleno del Espíritu Santo y de fe» (11:24).
Sabemos, por Colosenses 4:10, que era primo de Marcos (BTX3; BJ; NVI1999, etc.),[5]
el mismo a quien la tradición le atribuye el evangelio que lleva el mismo
nombre. Fuera de la tradición, no es mucho más lo que se dice de Bernabé en el
libro de Hechos, pues se le pierde la pista luego de la discusión que tuvo con
Pablo antes de que iniciaran el segundo viaje misionero (15:36-40), siendo su
último paradero, según el propio relato de Lucas, la isla de Chipre. Ahora
bien, la razón de porqué Lucas no le sigue mencionando luego de este incidente
es muy sencilla: Lucas comenzará, a partir de ahí, a narrar el ministerio de
Pablo desde adentro, esto es, como uno que colaboró con él en sus viajes evangelísticos
(desde ahí Lucas usará, en varios momentos de su narrativa, expresiones
construidas con la primera persona en plural: «procuramos», «y nosotros», «cuando
llegamos», entre otras).
Pero
Bernabé aparecerá mencionado otras cuatro veces en dos de las cartas de Pablo.
Hay también, como ya lo indiqué antes, una quinta vez en Colosenses 4:10, pero sólo
es mencionado de manera incidental. En 1 Corintios 9:6, la alusión que hace
Pablo de Bernabé es muy relevante, porque aparentemente le coloca en el mismo
nivel que él:
Si
para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de
mi apostolado sois vosotros en el Señor. Contra los que me acusan, esta es mi
defensa: ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? ¿No tenemos derecho de
traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y
los hermanos del Señor, y Cefas? ¿O sólo yo y BERNABÉ no tenemos derecho de no
trabajar? (1 Co 9:2-6)
Las
otras tres alusiones a Bernabé aparecen en Gálatas 2, versículos 1, 9 y 13. En
el verso 9 es interesante lo que dice Pablo, porque le vuelve a colocar en una
aparente igualdad con él:
y reconociendo la gracia que me había sido dada,
Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a BERNABÉ la diestra en señal de
compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la
circuncisión.
Esta referencia a
la «señal de compañerismo» (compañerismo, lit. koinonía), significa la aprobación o acuerdo de parte de estos
líderes de la iglesia al ministerio de Pablo y de Bernabé, pero significa también
que Jacobo, Pedro (Cefas) y Juan les reconocieron como colegas en el
apostolado; como sus compañeros de tarea, y que, por consiguiente, el evangelio
que él y Bernabé predicaban a los gentiles, era el mismo que el que ellos
predicaban a los de la circuncisión. Esta señal de compañerismo fue una manera
de confraternizar con ellos y reconocerles como iguales en la labor
evangelística. Dice Lutero, «Pedro,
Juan y Jacobo no se expresaron con desdén acerca de Pablo y Bernabé que eran sus
compañeros y sus iguales.»[6] Es cierto; sin
embargo, que Pablo no habla de alguna gracia que le fuera dada a Bernabé, sino de
la gracia que le fue dada a él («la gracia que me había sido dada»). Pero
esta gracia recibida podría referirse a alguna especial dotación del Espíritu
Santo dada por Dios para ser apóstol a los gentiles, como creía Lutero;[7]
o podría más bien ser una referencia a su apostolado dirigido a los gentiles,
como cree F. F. Bruce (véase el v. 7 anterior, cf. Ro. 1:5; 12:3;
15:15; 1Co. 3:10; Ef. 3:2, 8; Fil. 1:7),[8]
incluso tal vez «al privilegio de Pablo como predicador del Evangelio a los
gentiles» [E. F. Harrison].[9]
Si se trata de lo segundo, i.e. de la gracia como una referencia a su
ministerio para con los gentiles, entonces no tenemos necesidad de encontrar
aquí alguna diferencia entre él y Bernabé, quien por supuesto también fue
apartado para ser un emisario a los gentiles, como lo atestigua Hechos 13:2 (y
el relato que sigue) y esta misma cita de Gálatas.
La otra (y última) referencia en Gálatas, es una
que guarda mucha relación con la mención del versículo 9. Aquí Bernabé es
mencionado como uno que también fue arrastrado en la hipocresía de los que se
apartaron de la comunión con los gentiles, cuando vinieron de Jerusalén a
Antioquía algunos hermanos judíos de parte de Jacobo. La alusión a Bernabé en
este pasaje sirvió para enfatizar aún más la falta de Pedro y de los demás
hermanos que participaron de su error, pues incluso este que había recibido la
señal de compañerismo para ir a los gentiles, actuó aquí con completa
indiferencia de su llamado, de ahí la expresión «de tal manera que incluso Bernabé».
Fuera
de las Escrituras, a Bernabé también lo menciona Clemente de Alejandría (ss. II
y III); y lo hace de una manera muy interesante; le llama «apostólico Bernabé»
y añade, a modo de paréntesis: «y él era uno de los setenta, compañero de
trabajo de Pablo».[10]
Llaman aquí la atención dos cosas: Primero, Clemente le coloca entre los
setenta (presumiblemente los mismos setenta que figuran en el Evangelio de
Lucas, capítulo 10:1, 17); segundo, se refiere a él como «compañero de trabajo
de Pablo», no meramente como su «colaborador». Respecto de lo primero, no
tenemos modo de saber si esta afirmación es correcta (Clemente parece referir
esta afirmación a alguna tradición oral que hoy se ha perdido), de manera que
no podemos darla por sentado. Con respecto a lo segundo, poca duda debiera
caber que eso tiene mucho asidero dentro de la propia narrativa de Lucas, en
donde Pablo y Bernabé aparecen trabajando juntos, y no hay razón para suponer
que Bernabé estuviera bajo la supervisión de Pablo (incluso podríamos hasta
pensar que más bien fue al revés en un principio). También Clemente hace
referencia a una Epístola de Bernabé, un escrito que pertenece a algún
período de entre el último cuarto del s. I y la primera mitad del s. II, pero
que es, con mucha seguridad, un escrito anónimo —de hecho, el texto no indica a
su autor— al cual ni la tradición ni la patrística vinculan con Bernabé. A este
mismo respecto, en lo que se refiere a la supuesta autoría de Bernabé a ciertos
escritos tempranos de la Iglesia, Tertuliano (misma época de Clemente de
Alejandría) le menciona como el autor de la Epístola a los Hebreos,[11]
y lo hace de una manera tan natural que pareciera que, lejos de estar
expresando un juicio personal, en realidad fuera una opinión de común acuerdo
entre los de su círculo: «Además de los
apóstoles, la misma línea es tomada por Bernabé, el compañero de Pablo, en su
carta a los hebreos».[12]
Pero este supuesto de autoría, a pesar de lo que dice Tertuliano, hoy es rechazado
casi unánimemente por los eruditos modernos[13].
Juan Crisóstomo (ss. IV y V) es otro de los que
hace mención de Bernabé, pero lo hace en un tono bastante halagador. Entre
otras cosas, dice de él que era «de tanta modestia y compostura, que se atraía
la simpatía de cuantos le trataban, y arrastraba y cautivaba los corazones.»[14]
Hay una tradición que dice que Bernabé, finalmente, murió martirizado en Chipre,
en la antigua ciudad de Salamina, pero las fechas a menudo no concuerdan, y
tampoco es posible saber si esta tradición es correcta.
Retornando a la discusión
Ya
tenemos una idea más o menos general acerca de quién era Bernabé, volvamos
entonces a Hechos 14:4, 14, y a la pregunta de fondo: ¿Qué quiso significar Lucas cuando llamó «apóstoles»
a Bernabé y a Pablo? ¿Quiso acaso significar lo mismo que en las otras
referencias a los Doce?
Ha quedado claro que Bernabé y Pablo son,
dentro de la narrativa de Lucas, «apóstoles» en un mismo sentido de la palabra
(Lucas no pudo querer decir una cosa de Pablo distinta de la que quiso decir de
Bernabé). Pero ¿en qué sentido apóstoles? Creo que esta última pregunta es
clave para comprender el uso que Lucas hizo del término para referirse a ellos
dos. Con respecto a esto mismo, otra pregunta más será pertinente hacernos: ¿Usó
Lucas el término —cuando se refirió a Bernabé y a Pablo— en el mismo sentido en
que lo usó Pablo cuando habló acerca de su especial llamado apostólico en
tantas ocasiones en sus epístolas (p.
ej. Gál. 1:1, 15-17; 1 Co.
9:1-2)?[15]
Nótese que la respuesta a esta última
pregunta es crucial para los efectos que pueda tener con relación al apostolado
de Bernabé. Si Lucas usó el término en el mismo sentido en que lo hizo Pablo en
algunas de sus epístolas para referirse a su especial ministerio dado por
Cristo, entonces también puede decirse de Bernabé que su apostolado era similar
al de Pablo en todo el mismo sentido del nombre. Esto permitiría suponer entonces
—aunque no necesariamente, como veremos más adelante— que Bernabé y Pablo poseían
la misma clase de autoridad apostólica; i.e., que la misma atribución con la que Pablo escribió a las iglesias
locales e instruyó con doctrina y mandamientos de Dios la tenía también Bernabé.
Pero, ¿es esto último correcto? Creo que Ernesto Trenchard le da justo en el
clavo cuando dice que: «Bernabé fue llamado a propagar el Evangelio igual que
Pablo, pero no había sido comisionado como Apóstol para completar la revelación
de Dios a los hombres bajo el Nuevo Pacto.»[16]
Pienso que es importante asimilar esto que dice Trenchard, a fin de comprender
el ministerio apostólico de Bernabé.
Es probable entonces que cuando Pablo hace
mención de su apostolado no está significando exactamente lo mismo que Lucas. Recuérdese
que el ministerio de Pablo y Bernabé, según nos relata el propio Lucas, se
sigue del llamado de Dios por su Espíritu, cuando estos enseñaban en Antioquía.
Lucas es muy cuidadoso en mencionar este primer momento en que el Espíritu
Santo habló y dijo a los hermanos de Antioquía: «Apartadme a Bernabé y a Saulo
para la obra a que los he llamado». Es desde ese momento en que comienza, ya pública
y oficialmente por decirlo de algún modo, el ministerio
evangelístico-misionero de Pablo y Bernabé. Ahora bien, siendo Bernabé y Pablo
dos enviados o comisionados de la iglesia de Antioquía, apartados por Dios para
predicar el evangelio entre los gentiles, es probable que Lucas haya utilizado
el plural «apóstoles» no en su sentido técnico,[17]
sino sólo en el sentido más general o amplio de «enviados» o «emisarios»,[18]
comisionados por la iglesia de Antioquía para llevar el evangelio cual
misioneros a las regiones de Asia Menor y Macedonia;[19]
o incluso —aunque menos probable en mi opinión— en el sentido en que Pablo lo
usó de Epafrodito en Filipenses 2:25, en donde «vuestro mensajero» (RV60)
literalmente es: «vuestro apóstol», algo así como un «misionero
itinerante» (quizás igual que en Romanos 16:7, respecto de Andrónico y Junias).[20]
No podemos tampoco pasar por alto el hecho de que incluso el propio Pablo
utilizó el término para hacer referencia a los hermanos mensajeros de las
iglesias (ἀπόστολοι ἐκκλησιῶν) con
el donativo de los corintios (2 Co. 8:23) —sin querer significar otra cosa más
que «enviados»—, y también dice de los «ψευδαπόστολοι (falsos apóstoles)… que se disfrazan como ἀποστόλους χριστοῦ
(apóstoles de Cristo)» (2 Co. 11:13, cf. 11:5), una forma de referirse a los que
se le oponen y son falsos enviados que predican a otro Jesús (11:4).
Entonces, si Lucas no quiso aquí decir exactamente
la misma cosa con el plural «apóstoles» de lo que quiso significar cuando se
refirió a alguno de los once nombrados en 1:13[21]
(a quienes Lucas refiere el término casi exclusivamente, junto con Matías que
es designado a unirse a ellos en 1:26, con excepción precisamente de 14:4, 14);[22]
y si Pablo utilizó el sustantivo para sí de una manera también diferente (tal
vez en el mismo sentido técnico de la usanza de Lucas para hacer referencia a
los Doce incluido Matías), entonces el hecho de que Bernabé sea llamado «apóstol»
junto con Pablo, no significa que Bernabé haya sido un apóstol en el mismo
sentido en que se dice de Pablo en sus epístolas cuando este hace especial
defensa de su ministerio —esto es, con todas las atribuciones propias de quien
fuera llamado y enseñado por el mismísimo Cristo resucitado. De todas maneras, aunque
todo esto es una posibilidad a la cual me inclino más, no es algo en lo que
debamos ser demasiado categóricos, al menos no en lo que respecta a todo lo que
se pueda decir particularmente de Bernabé —todavía tenemos que considerar algo
más.
Por ahora, tenemos ya una opinión
bastante razonable acerca del uso que le dio Lucas a esta terminología cuando
la usó con Bernabé y Pablo, pero eso no resuelve la cuestión con respecto a la
manera en que Pablo veía el ministerio de Bernabé. Debemos
recordar las alusiones hechas por Pablo, especialmente en 1 Corintios 9:6 y
Gálatas 2:9, las cuales dan la impresión de —o al menos eso parece— que Pablo
coloca a Bernabé en el mismo nivel suyo. Dice F. F. Bruce acerca de esta alusión a Bernabé
en Gálatas 2:9: «Bernabé está tan estrechamente relacionado con la ἀποστολή de Pablo que sería erróneo negarle el calificativo
de ἀπόστολος, en el sentido
paulino amplio.»[23]
En mi opinión, es probable que Pablo tuviera
una doble manera de entender su llamado apostólico. Por una parte, él se sabía
apóstol en el mismo sentido en que se podría decir de su compañero Bernabé, i.e., se veía a sí mismo como uno que
fue comisionado por la iglesia de Antioquía de Siria; como una especie de misionero
o evangelista cuya labor encomendada por Dios había sido la de predicar la fe a
los gentiles y plantar la iglesia del Señor en los distintos lugares a donde llegara
con el mensaje de Cristo. En ese sentido, Bernabé también habría de cargar con
la misma tarea de anunciar el evangelio entre los gentiles, como un apóstol de
la iglesia de Antioquía; y es únicamente en ese sentido en que Pablo lo iguala
a él. Esto explica perfectamente las menciones de 1 Corintios 9:6 y Gálatas
2:9. Por otra parte, Pablo también se veía a sí mismo como uno que poseía la
autoridad de los apóstoles en un sentido más bien técnico y restringido de los
Doce, y esto le hacía poseedor de ciertas atribuciones de las que aparentemente
no gozaba Bernabé. Aunque Bernabé fue llamado a predicar el evangelio con la
misma autoridad que Pablo (cf. Hch.
13:2-3ss) no fue comisionado, como bien decía Trenchard en una cita de más atrás,
como apóstol para completar la revelación de Dios a los hombres bajo el Nuevo
Pacto. Esto hace que el ministerio de Pablo sea especialmente diferente del de
Bernabé. Pablo no sólo fue un apóstol en el sentido más general o amplio de la
palabra (un enviado de la iglesia de Antioquía), fue también un apóstol a quien
Cristo hizo depositario de la revelación especial de Dios y, por consiguiente,
su autoridad no sólo se trataba de algo que se limitara a su ministerio misionero
junto a Bernabé, sino también de una autoridad que le facultaba para escribir a
las iglesias locales con la potestad de uno que había visto al Cristo resucitado
en el esplendor de su Gloria. Pablo era un apóstol que hablaba como revestido
de la autoridad de Dios y que podía exhortar en toda doctrina y revelación. Pablo
era, en todo el sentido de la Palabra, un apóstol de Cristo, no por
supuesto uno de los Doce, sino más bien uno junto con los Doce.
En lo que respecta a Bernabé, mi conclusión
es la siguiente: Las referencias a su apostolado se entienden mejor si las
recibimos como una forma de aludir a su ministerio en el sentido de ser un
enviado o comisionado de la iglesia local de Antioquía de Siria; un evangelista-misionero
con las credenciales de uno que tenía la aprobación de los líderes de la
Iglesia y el llamado especial del Espíritu Santo para ir a los gentiles y
anunciar la fe de Jesucristo.
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NOTAS:
[1] Jack Fleming. Preguntas Frecuentes, Nº 145 [en línea].
[Consulta: 26 de Noviembre de 2016]. Disponible en:
http://www.estudiosmaranatha.com/faq/faq145.html
[2] Algunos eruditos modernos han sugerido la posibilidad de
que el uso del título en estos dos lugares derive de una fuente prelucana que proveyó
el marco para la narración de los capítulos 13 y 14. Véase en Raymond E. Brown;
Joseph A. Fitzmyer; Roland E. Murphy (eds.), Comentario Bíblico «San Jerónimo» tomo
III [Madrid: Ediciones Cristiandad, 1972], 493-494; F. F. Bruce, Hechos de los apóstoles: Introducción,
comentarios y notas [Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2007], 320,
326). En mi opinión, sin embargo, no es una hipótesis muy convincente, aunque
es sin duda una idea atractiva.
[3] Véase Alfred Wikenhauser, Los Hechos de los Apóstoles. 2ª Edición (Barcelona: Herder, 1973), 218.
[4] Véase una
explicación más detallada sobre este vocablo en F. F. Bruce, Hechos de los apóstoles: Introducción,
comentarios y notas, 123 (nota al pie).
[5] Sólo en la versión
Reina Valera «sobrino de Bernabé», pero el sustantivo anepsiós significa primeramente «primo», como en la traducción de
Números 36:11 por la NVI 1999 —«Se casaron con sus primos»— (véase con la
versión de los Setenta, LXX)
[6] Martín Lutero, Comentarios de Martín Lutero. Gálatas (Barcelona:
CLIE, 1998), 81.
[7] Lutero: «Obviamente,
el apóstol está pensando en la gracia de la sabiduría mediante la cual él fue
hecho dueño de una elocuencia más vigorosa que los demás, y en el otorgamiento
de un poder mediante el cual había hecho milagros entre los gentiles: por esta
elocuencia vigorosa y por este poder se reconocía la gracia divina de que era
poseedor.» —Comentarios de Martín Lutero.
Gálatas, 82.
[8] Véase en F. F.
Bruce, Un Comentario de la Epístola a los
Gálatas (Barcelona: CLIE, 2004), 172.
[9] Everett F.
Harrison, Comentario Bíblico Moody: Nuevo
Testamento (Grand Rapids, Michigan: Portavoz, 1971), 342.
[10] Clemente de
Alejandría, Stromata, II, 20.
[11] Tertuliano, De Pudicitia (Sobre la Modestia), Cap.
20.
[12] Y luego
Tertuliano cita Hebreos 6:4-6.
[13] Hay por ahí
también un Evangelio de Bernabé, pero se trata más bien de una obra
medieval que sirve para los intereses del Islam. Es una obra totalmente
pseudoepígrafa, y no existe manera posible de que su autor en realidad haya
sido Bernabé.
[14] Cf. Juan Crisóstomo, Homilías
sobre Hechos de los Apóstoles, 21.
[15] Este sentido más especial del término que Pablo
reclamó para sí mismo, opina F. F. Bruce, no es el sentido que le da Lucas a la
designación de «apóstol» cuando lo usa para Pablo —Hechos de los apóstoles, 320 (nota al pie).
[16] Ernesto Trenchard
y colaboradores, Comentario Expositivo
del Nuevo Testamento (Barcelona: CLIE, 2013), 975.
[17] Una opinión
similar en A. T. Robertson, Comentario al
Texto Griego del Nuevo Testamento (Barcelona: CLIE, Obra Completa 6 Tomos
en 1, 2003), 318.
[18] Véase, por
ejemplo, Darrell L. Bock: «este es un uso del término un poco más amplio que
una referencia técnica a los Doce. Es como el uso en 1 Cor. 9:4-6, donde se
refiere a un mensajero comisionado, uno enviado por la iglesia a la obra
misionera.» —Acts, BECNT (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2007), versión
eBook.
[19] Véase similar idea
en C. K. Barrett, quien sostiene la opinión de que Pablo y Bernabé eran «apóstoles»
—esto es, en la referencia de Lucas aquí en Hechos 14:4, 14— en un sentido
diferente del que lo eran Pedro y Juan; y que lo eran sólo en el sentido de
haber sido enviados por la iglesia de Antioquía, a la cual a su debido tiempo
regresaron (14:26-27) (Acts 1-14, ICC, Vol. 1 [Edinburgh: T&T Clark,
1994], 671). Según Barrett, «si después de este capítulo ya no se describe a
Pablo como apóstol, puede que se deba a que ya no era apóstol de la iglesia de
Antioquía ni de ninguna otra; trabajaba en la línea descrita en Gal. 1:1» (ibíd).
Para I. Howard Marshall esta es una opinión plausible; sin embargo, le resulta
más probable que para Lucas la terminología «apóstoles» en los dos pasajes
relativos a Pablo y Bernabé se deba explicar desde el reconocimiento de Lucas respecto
de la existencia de un grupo de apóstoles, comisionados por Jesús, más amplio
que los Doce; un grupo al cual no niega que Pablo y Bernabé también
pertenezcan. (Acts, TNTC, Vol. 5 [Nottingham, IVP, 1980], versión eBook).
Craig S. Keener opina de similar manera. Mientras que discrepa de Barrett
respecto a que Pablo y Bernabé fueran «apóstoles» sólo en el sentido de haber
sido enviados por la iglesia de Antioquía, sugiere que Lucas utilizó el término
para significar lo mismo que en los otros lugares en que lo ocupó para los Once
(o Doce). A lo igual que Marshall, Keener opina que el término también se
extiende más allá de los doce testigos del ministerio y resurrección de Jesús, «porque»
—dice él— «en última instancia, desempeñan esta función paradigmáticamente». Y
es así entonces que, para Keener, «el uso del término apóstoles aquí
probablemente recuerda al público de Lucas que se trataba de agentes
comisionados por Dios, análogos a los Doce…, una idea que encaja bien con la
forma en que Lucas establece paralelismos entre varios personajes» (Acts: An
exegetical commentary, Vol. 2 [Grand Rapids, MI: Baker Academic,
2013], 2125).
[20] Así, por ejemplo,
L. Bonnet y A. Schroeder acerca de Bernabé en la cita de Hechos 14:14, Comentario del Nuevo Testamento: Juan y
Hechos. Tomo 2 (El Paso, Texas: CBP, 1970), 546.
[21] Una distinción dudosa según la opinión de Fitzmyer,
para quien la designación de «apóstoles» por parte de Lucas «probablemente
proviene de la fuente que usa, en la que los dos» —esto es, Pablo y Bernabé— «son
nombrados de esta manera, y Lucas no se ha molestado en conformar la fuente con
su práctica habitual» —de llamar apóstoles casi exclusivamente a los Doce— (Los
Hechos de los Apóstoles, Volumen II [Salamanca: Sígueme, 2003], 165).
[22] Véase de nuevo C.
K. Barrett, Acts 1-14, 671.
[23] F. F. Bruce, Un Comentario de la Epístola a los Gálatas,
175.