San Pablo [Reni, Guido]
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
¿Qué
quiso Pablo decir con que le había sido dado «un aguijón en la carne»? ¿Y en
qué consiste ese aguijón?
Si
bien nunca vamos a poder descubrir cuál era exactamente el «aguijón» de Pablo,
podemos al menos descubrir lo que ese aguijón NO podría haber sido y lo que
posiblemente pudo ser. En este breve comentario intentaré entregar un poco de
luz a este asunto; aunque—me adelanto a decirlo—no pretendo ser concluyente, ni
tampoco demasiado exhaustivo.
El
texto en que esto aparece dice así (RVR60):
“Y para que la
grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un
aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me
enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo
quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona
en la debilidad.” (2 Corintios 12:7-9ª)
Dado
que el propósito de ese «aguijón» era que Pablo no se volviera presumido (así la NVI) por lo sublime de
las revelaciones que Dios le había entregado, sino que a través de este «aguijón»
aprendiera él a depender nada más que de la gracia y del poder de Dios, es muy poco
probable que el «aguijón» (una evidente metáfora, tomada posiblemente de
Números 33:55 y/o Ezequiel 28:24) fuera el orgullo o alguna otra clase de
concupiscencia (una opinión que se ha hecho muy popular). Si lo que se procuraba
mediante este «aguijón» era que Pablo no se enalteciera, es entonces imposible
por contraproducente que el aguijón fuera el orgullo—¡el orgullo es
precisamente lo que alimenta la autoexaltación!—, sino otra cosa que le haría
mantenerse sujeto a la gracia de Dios (no por supuesto la gracia salvífica,
sino la gracia de Dios en el ámbito de la experiencia en la vida cristiana).
Dice además Pablo:
"Por tanto, de
buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo." (9b)
Nótese
que «aguijón» y «debilidad» son usados en el texto de manera intercambiable, y
es respecto de esta debilidad que el Señor le responde a sus ruegos reiterados,
diciéndole: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Es muy poco probable
que aquí la debilidad de Pablo—este «aguijón
en la carne»—tuviera que ver con alguna concupiscencia o con alguna lucha con
el pecado (tentaciones carnales), o alguna otra tentación como la duda o cosa
similar, ya que si ese hubiera sido el caso no habría dicho: “de buena gana
me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder
de Cristo”. ¡Nadie puede gloriarse de sus apetitos pecaminosos o alguna otra
cosa por el estilo! De hecho, nadie “por amor a Cristo” podría «gozarse» (v.
10) en las concupiscencias. Quizás la sugerencia anterior esté en alguna medida
influenciada por la frase: “un mensajero de Satanás que me abofetee”. Pero
debemos entender todo ese lenguaje dentro de la misma retórica que acompaña
estas palabras de Pablo, una retórica cargada de lenguaje figurado (como la
misma metáfora del aguijón—o la «espina», según otras versiones). Es evidente
que Pablo nada más quiso decir lo mismo que antes pero en otras palabras, es
decir, el «aguijón en la carne» y «un mensajero de Satanás» son referencias a la misma cosa (léase de nuevo el
versículo), y como para Pablo el «aguijón» este le fue por un tiempo motivo de
súplica al Señor, posiblemente entonces le llama también «un mensajero de Satanás» precisamente porque le fue como
un adversario enviado para abofetearle en caso de que se enalteciera demasiado
(nótese el uso del subjuntivo “abofetee”). Pero es posible también que para
Pablo este «aguijón» en realidad representara la acción de Satanás mismo; sin
embargo, incluso así no habría suficiente razón para suponer que ese «aguijón»
estuviera relacionado con alguna cosa pecaminosa, pues Pablo entiende que por
encima de toda otra agencia es Dios mismo quien le dio este aguijón (nótese “me
fue dado”, con relación a todo el contexto), con el doble propósito de que no
se enalteciera sobremanera y de que, por la presencia de este mal, el poder de Dios se perfeccionara en
esta su debilidad. En otras palabras, el papel de Satanás aquí podría nada más
ser el de una causa secundaria dentro de un propósito mayor, como ya he dicho (véase
un caso parecido en Job 1:12; 2:6-7).
Pero
es el mismo versículo 10 que sigue a la respuesta del Señor a su ruego, el que
nos sugiere que esa debilidad tenía
que ver fundamentalmente con algo relacionado al ejercicio de su ministerio:
“Por lo cual, por
amor a Cristo me gozo en las debilidades,
en afrentas, en necesidades, en
persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (v. 10)
Pablo
menciona «debilidades» (véase también en el v. 5); «afrentas»; «necesidades»; «persecuciones»
y «angustias», todas cosas por las cuales, por amor a Cristo, se goza;
precisamente porque ha entendido que en todas estas circunstancias Dios está
obrando y manifestando—o más bien realzando—su poder. Si ponemos atención a los
detalles, notamos que todas estas situaciones que menciona Pablo son
circunstanciales y como parte del ejercicio de su ministerio, en la forma de
eventos concretos que le afectan y vienen desde el exterior (no son situaciones
internas, como sería el caso con el pecado o la tentación en cualquiera de sus
expresiones). De manera que la «debilidad» a la que llamó antes «un aguijón en
mi carne» parece sugerir alguna situación particular de este tipo.
Ahora
bien, dice también Pablo un poco antes, en el versículo inmediatamente
precedente al del aguijón:
“Sin embargo, si
quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo,
para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí” (v. 6)
Ese
pasaje es clave—y la clave para entender toda esta cuestión. Pablo sabe que
tiene de qué gloriarse si así lo quisiera: Ha sido arrebatado hasta el cielo,
al paraíso de Dios, “donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”
(vv. 1-4, de ahí la alusión a “la grandeza de las revelaciones” en el v. 7);
por ello es que dice que no sería insensato hacerlo pues estaría diciendo algo
cierto. Sin embargo, y aquí está la clave en mi opinión, prefiere abstenerse de
ello (de gloriarse), para que—como dice él—“nadie piense de mí más de lo que EN
MÍ VE, U OYE DE MÍ.”
Nótese
el contraste que el apóstol hace entre ese Pablo que pudo tener las visiones
que tuvo y oír las palabras indecibles que oyó, y ese Pablo a quien los demás
pueden ver, no figurativamente, sino literalmente. Es decir, Pablo podría
gloriarse de ciertas experiencias subliminales si quisiera, pero no al parecer en
lo que respecta a su aspecto visible—lo que los demás ven en él y oyen de él,
en absoluta disparidad con lo que él vio (v. 2) y oyó (4). Y es precisamente este
«aguijón en su carne» (no aquí en el sentido metafórico pecaminoso, sino a algo
en su cuerpo) lo que haría “aterrizarlo” (por así decir) y, de ser necesario,
también humillarlo (de ahí posiblemente lo de ser “abofeteado”, v.7), pero no
como un fin en sí mismo, sino con el propósito siempre correctivo de hacerlo
enteramente dependiente, en completa humildad, de la gracia y del poder de Dios.
Lo que los demás podían ver al mirar a Pablo (u otros oír de él) era a alguien sufrido
que cargaba con ciertas debilidades visibles, algunas de las cuales le eran
como «un aguijón» en la carne que le hacía recordar la necesidad de no
exaltarse por la grandeza de las revelaciones de las que había sido testigo. Es
por lo anterior que algunos exégetas bíblicos piensan (pensamos) que dicho «aguijón»
tenía que ser alguna clase de enfermedad, posiblemente—aunque imposible de
saber—la misma a la que Pablo hizo alusión en Gálatas 4:13-15. Podía Pablo
gloriarse entonces en sus debilidades, para que, como dijo él, “repose sobre mí
el poder de Cristo” (9b), es decir, el poder del Señor actuando sobre él aun a
pesar de esas debilidades. El poder de Dios se hacía pues más indiscutible en
él ante la misma situación de su debilidad-aguijón.
En
conclusión, aunque no puede existir absoluta certeza acerca de qué era más precisamente
ese «aguijón en la carne» de Pablo, al menos sabemos que tenía como propósito rebajar a Pablo de cualquier
autoexaltación producto de las grandiosas revelaciones que había recibido; ese
aguijón le sería como una constante bofetada que le haría más dependiente de la
gracia y del poder de Dios actuando sobre su vida y su ministerio; y
representaba una de aquellas debilidades
por las cuales podía él entonces gloriarse y gozarse en el Señor.
Mauricio
A. Jiménez
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